La selva bajo nuestros pies, el vertigo de los puentes colgantes tan largos como caminos, el rugido del mono aullador que protege su territorio. Acompáñanos en este trekking por la selva, en donde habitaremos por unas horas en el hogar de jaguares y serpientes, bajo la fija mirada del mono aullador y el sonoro picoteo del pájaro carpintero sobre el tronco de un almendro.
Un primer paso nos acerca a un abismo oscuro. Bajo nuestros pies, cruje intermitentemente la madera desteñida de un puente colgante y, las copas de los árboles, apenas nos dejan entrever a qué altura caminamos. Observamos un suelo a lo lejos, espeso y cubierto de hojas perennes color marrón, el murmullo de un río caudaloso nos acecha y no hay marcha atrás. ¿Nos acompañas?
Como si la aventura fuese una sombra observándonos desde el camino…en nuestra siguiente parada: Flores, un pequeño pueblo en la selva de Petén, ubicado en una pequeña península del lago, de casas blancas y tejados de chapa roja, nos ofrecería nuestra siguiente aventura.
Amanecimos con el primer rayo de sol del día. Desde la terraza, se vislumbraba un renqueante sol sobre el horizonte, cubierto por una espesa niebla reflejada en el lago. Nos vestimos de montaña, até dos lazos sobre los desgastados cordones de mis zapatillas Merrel, tan jóvenes y viejas al mismo tiempo, pidiendo tregua. Pero el camino nos llevaría hacia un amarre hecho co. palets, ahí nos esperaríamos a un taxilancha, por 5 quetzales navegaríamos hasta Tayasal, el últimos bastión maya en pie, donde colonos españoles sudaron la conquista.