Saltar al contenido

Bokor, la colina de las brumas y los secretos coloniales en Kampot, Camboya

  • CAMBOYA

Bokor: Un viaje entre la selva, la historia y el misticismo

En las tierras altas de la provincia de Kampot, al sur de Camboya, se alza la colina de Bokor, un enclave donde la naturaleza salvaje se entrelaza con ruinas coloniales y leyendas ancestrales. A 1.080 metros sobre el nivel del mar, este parque nacional —parte de las montañas Cardamomo— ofrece un escape fresco del calor tropical, con temperaturas que oscilan entre los 16°C y 22°C durante todo el año .


1. Historia: De estación colonial a ciudad fantasma

En los años 1920, los franceses convirtieron Bokor en un refugio de lujo para escapar del calor de Phnom Penh. Construyeron un casino, un hotel (Le Bokor Palace), una iglesia y hasta una oficina de correos. Sin embargo, tras la independencia de Camboya en 1953, el lugar fue abandonado y luego ocupado por el Khmer Rouge en los 70, quedando como un testimonio silencioso de guerras y abandono .

Hoy, las estructuras en ruinas —como la iglesia de ladrillo rojo cubierta de musgo o el casino fantasma— atraen a viajeros que buscan explorar su aura melancólica. En días de niebla, común durante la temporada de lluvias (mayo-octubre), el paisaje adquiere un aire surrealista, como sacado de una novela gótica .


2. Naturaleza y aventura: Selva, cascadas y vida salvaje

El Parque Nacional de Bokor (1.400 km²) es un santuario de biodiversidad. Entre sus senderos se esconden cascadas como Povokvil, accesibles tras una caminata de tres horas, y el Lago Bokor, ideal para paseos en kayak . Los bosques albergan especies en peligro como el elefante indio, el tigre de Indochina y el oso malayo, aunque avistarlos requiere paciencia y guías expertos .

Para los amantes del trekking, el Campo de Piedra —rocas apiladas que simulan arrozales— y la Pagoda Sampov Pram, con sus cinco rocas en forma de velero, ofrecen paisajes místicos .


3. Cultura y espiritualidad: Mitos y festivales

En el camino a la cima, la Estatua de Lok Yeay Mao (29 metros) vigila a los viajeros. Esta figura mitológica, protectora de cazadores y caminantes, es venerada en la región . El Wat Sampov Pram, un templo activo desde 1924, combina meditación con vistas panorámicas, aunque hay que estar atentos a los monos que roban ofrendas .

En abril, durante el Año Nuevo Jemer, y en septiembre-octubre, con el Pchum Ben (día de los ancestros), los locales peregrinan a los templos de Bokor, llenando el aire de cantos y rituales .


4. Gastronomía: Sabores de la montaña y el mar

Bokor no sería lo mismo sin el pimiento de Kampot, un producto con denominación de origen protegida. En los restaurantes del Thansur Sokha Hotel —un complejo moderno con casino y spa— se fusionan platos camboyanos como el amok (curry al vapor) con toques franceses, como el foie gras . En puestos callejeros cerca de las cascadas, pruebe fideos con hierbas frescas o el kdam chaa (cangrejo frito), especialidad de Kep, ciudad costera cercana .


5. Alojamiento: Del lujo colonial a la aventura rústica

  • Thansur Sokha Hotel: Un resort de cinco estrellas con vistas al mar y spa. Ideal para quienes buscan comodidad tras explorar ruinas .
  • Eco-lodges en Kampot: A 40 km de Bokor, esta ciudad ribereña ofrece opciones económicas (desde 10 USD/noche) y excursiones en moto al parque .

6. Consejos prácticos y sostenibilidad

  • Cómo llegar: Desde Kampot, el trayecto en moto o coche toma 1.5 horas. Autobuses directos salen desde Phnom Penh (7 USD) .
  • Temporada ideal: Noviembre-abril para cielos despejados. La niebla invernal (diciembre-enero) añade misterio, pero limita las vistas .
  • Turismo responsable: Contrate guías locales y respete las zonas restringidas para proteger la vida silvestre .

Itinerario sugerido

  • Día 1: Ruinas coloniales (iglesia, casino) → Campo de Piedra → Atardecer en el Lago Bokor.
  • Día 2: Trekking a Povokvil → Meditación en Wat Sampov Pram → Cena con pimiento de Kampot en Le Bokor Palace .

Bokor no es solo un destino; es un viaje a través del tiempo, donde cada piedra y cada bruma cuentan historias de esplendor, guerra y renacimiento. Un lugar que, como escribió un viajero en 1925, «te hace sentir pequeño ante la grandiosidad de la naturaleza y la fragilidad humana» .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *