En las entrañas de la selva que envuelve Angkor Wat, entre las torres de arenisca y los murmullos del viento, habitan seres que han tejido una relación única con este patrimonio milenario: los monos. Estos primates, testigos silenciosos del auge y caída del Imperio Jemer, hoy son protagonistas de un frágil equilibrio entre la naturaleza y el turismo.


1. Las Especies que Reinan en la Jungla
La selva de Angkor alberga dos especies icónicas de primates:
- Macacos de cola larga (Macaca fascicularis): Los más visibles, con sus rostros curiosos y comportamientos audaces. Se les ve en grupos cerca de templos como Bayón y Angkor Wat, donde interactúan —a veces de forma conflictiva— con visitantes .
- Gibones crestados (Nomascus gabriellae): Reintroducidos desde 2013, estos primates en peligro de extinción vuelven a colgarse de las copas de los árboles. Su canto melódico, ausente por décadas, ahora resuena como un símbolo de renacimiento ecológico .
Además, proyectos de conservación han liberado langures plateados, nutrias lisas y hasta leopardos, aunque estos últimos rara vez se dejan ver .


2. Macacos: Entre la Curiosidad y el Conflicto
Los macacos de Angkor no son simples espectadores. Con una inteligencia asombrosa, han aprendido a asociar a los humanos con comida:
- Comportamiento adaptativo: Alimentados por turistas y YouTubers —que buscan videos virales—, algunos grupos han desarrollado agresividad. En 2023, se registraron 20 mordeduras a visitantes, como el caso de un turista tailandés que fue atacado al negarse a darles fruta .
- Daños al patrimonio: Además de robar objetos, han derribado piedras milenarias y dañado señales informativas, poniendo en riesgo tanto a las personas como al legado arquitectónico .

3. Conservación: Un Puente entre el Pasado y el Futuro
La Autoridad APSARA, en colaboración con Wildlife Alliance, lidera esfuerzos pioneros:
- Reintroducción de especies: Cuatro parejas de gibones crestados liberadas desde 2013 han procreado siete crías, restaurando la biodiversidad perdida durante la guerra civil .
- Control de macacos: Los ejemplares más agresivos son reubicados en el Centro de Rescate Phnom Tamao, mientras se educa a los turistas para evitar alimentarlos .
- Tecnología y vigilancia: Drones y cámaras trampa monitorean los movimientos de la fauna, mientras se retiran 61,000 trampas de cazadores furtivos anuales .
4. El Dilema Ético: Turismo vs. Preservación
La presencia humana ha alterado drásticamente el comportamiento de estos primates:
- Alimentación forzada: Vendores cerca de Bayón venden frutas para atraer monos, creando dependencia y reduciendo su capacidad de buscar alimento en la selva .
- Impacto de las redes sociales: YouTubers que graban interacciones forzadas —incluso maltratando animales— han sido investigados por autoridades, destacando el lado oscuro de la fama digital .
Como reflexiona un restaurador de templos: «Antes, los monos vivían en el bosque. Ahora, la comida fácil los ha vuelto perezosos» .
5. Encuentro Responsable: Cómo Observarlos sin Dañarlos
Para preservar este frágil ecosistema, los visitantes deben seguir estas pautas:
- 🚫 No alimentarlos: Un simple plátano puede desencadenar comportamientos agresivos .
- 📸 Mantener distancia: Usar zoom en lugar de acercarse, evitando estrés en los animales.
- 🛑 Respetar señales: Seguir las indicaciones de los guardabosques y no invadir zonas restringidas.
Epílogo: El Canto de los Gibones
Al amanecer, cuando la niebla aún abraza las torres de Angkor, el canto de los gibones crestados ofrece un recordatorio: esta selva no es un museo, sino un organismo vivo. Como escribió un guardián local: «Preservarlos es regalarles un futuro a nuestras generaciones» .
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📌 ¿Sabías que? Los macacos de Angkor tienen jerarquías sociales complejas, lideradas por hembras alfas que deciden los movimientos del grupo .
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